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martes, 26 de mayo de 2015

EL BARROCO. LA SUITE


Para contextualizar la suite del barroco debemos remontarnos hacia el s. XVI donde  los interpretes de instrumentos comenzaron a cultivar diversos tipos de música con total independencia de los ritmos de danza o melodías tomadas de otros géneros. La mayor parte de estos tipos se desarrollaron a partir de hábitos de improvisación en instrumentos polifónicos como el laúd o los instrumentos de teclado. Ya sea a manera de interludio o música de fondo para una conversación o  para entretener a un auditorio los compositores comenzaron a emplear a menudo efectos inusuales o muy expresivos para atraer la atención de los oyentes.  
Al iniciar este periodo cultural del Barroco ya existía, entonces, composiciones para los bailes sociales, los espectáculos teatrales. La música de danza ocupó un lugar tan central en la vida musical que los ritmos de danza impregnaron  otras músicas vocales e instrumentales, ya sean sacras o profanas.
La idea de presentar juntas dos o tres danzas, como la pavana y la gallarda, se amplió ahora para crear una suite de varias danzas, usadas para bailar o como música de cámara siempre en la sucesión lento-rápido-lento-rápido que evita la monotonía.  El Banchetto musicale (Banquete musical, 1617) de Johann Hermann Schein consta de veinte suites para cinco instrumentos con continuo (una notación especial en la cual el compositor propone una secuencia armónica de acompañamiento sobre una melodía fija), y cada una siguiendo la secuencia: Pavana, gallarda, courante, allemande y tripla, esta última una variación en compás ternario de la allemande. Algunas de las suites se construían sobre una idea melódica que reaparecía de forma variada en cada una de las danzas y otras se vinculaban mediante semejanzas melódicas mas sutiles.
El vocablo Suite es de origen francés y significa precisamente "sucesión", "secuencia. La Suite barroca consta en una serie de piezas instrumentales o movimientos o tiempos escritos todos en una misma tonalidad, derivados de danzas y de canciones rústicas, precedidas por un preludio y dispuestos de manera donde se alternan el carácter y el ritmo de los mismos. Mediado el siglo XVII, Froberger propone la sucesión de Allemande-Courante-Sarabande-Gigue como una especie de esquema fijo para la suite, estructura que se adoptará durante prácticamente un siglo y a la que Johann Sebastian Bach dará el espaldarazo definitivo al adoptarla para la gran mayoría de sus Suites.
El número de estas piezas dentro de la Suite podría variar entre 4 y 9, aunque algunos, como Händel, utilizaban algunas veces solo 3.
Entre la notable variedad se destacan las siguientes danzas:
1. La Allemanda, de movimiento moderado, en compás de 4 o 2 tiempos y con anacruza generalmente de corchea o semicorchea. La Allemande nació a comienzos o mediados del siglo XVI como una danza alemana(Teutschertanz, bal tudesco). Se trataba de una danza rápida en compás binario que solía ir seguida de una Nachtanz en compás ternario. Continuó danzándose durante los siglos XVII y XVIII, pero quedó ya estilizada por los virginalistas ingleses que escribieron con frecuencia una serie de compases seguidos que explotaban la figuración en escalas y el intercambio motívico.

Los laudistas (Denis Gaultier) y clavecinistas (Chambonnières) franceses desarrollaron la textura de mayor riqueza descrita más arriba y estas allemandes generalmente más lentas constituyeron los principales modelos de los clavecinistas alemanes (Froberger, Bach). Las allemandes para conjuntos de cámara tendieron a conservar la textura homofónica de la música coreografiada (H.L. Hassler, Scheidt, Pachelbel), pero fueron más imitativas en Italia y sobre todo en Inglaterra (William Lawes). Su tempo variaba enormemente entre largo y presto (Corelli). 

2. La Corranda, de movimiento vivo, en compás de 3 tiempos y con anacruza comúnmente de corchea. El tipo italiano, (corrente)  utiliza el compás ternario rápido (3/4 o 3/8), a menudo con figuraciones triádicas o de escalas en corcheas o semicorcheas regulares. Presenta generalmente una textura homofónica, pero no son infrecuentes los comienzos imitativos. 

Los teóricos contemporáneos describieron la courante francesa madura como solemne y grave, con idéntico pulso que una zarabanda. Se escribe generalmente en 3/2, con una fuerte tendencia hacia las figuras de hemiolia que combinan modelos de acentuación de 6/4 y 3/2, así como figuras sincopadas afines. La norma es una textura algo contrapuntística o style brisé, y las estructuras de frase son a menudo ambiguas, al igual que el esquema armónico.. Ambos tipos suelen estar en forma binaria, aunque los primeros ejemplos podían tener tres secciones. Ambas empiezan con anacrusas y concluyen en la parte fuerte.

La danza era cortesana y se introdujo en el siglo XVI, aunque cobró importancia en el XVII. En Italia fue una danza cortesana muy alegre. Se conservan coreografías francesas tan sólo del siglo XVIII, por lo que se desconoce la relación que tuvieron en un principio la courante y lacorrente. La danza francesa utilizó finalmente un modelo de pasos largo-corto. Era infrecuente que la courante se bailara en Francia sobre un escenario, pero fue una de las danzas más importantes en los bailes de corte en el reinado de Luis XIV y pervivió hasta una fecha tan tardía como 1725. 

La courante/corrente tuvo una importancia capital en las suite de cámara y a solo. En Francia e Italia se encuentra música para ambos tipos ya durante el primer tercio del siglo XVII. Lassuites orquestales, que procedían directamente de la música escénica francesa, raramente incluían danzas. Existen ejemplos primerizos en la música para teclado de Bernard Schmid (1577) y en el Fitzewilliam Virginal Book (copiado 1609-19).

3. La Zarabanda, de movimiento lento, en compás de 3 tiempos comenzando a menudo con la fórmula rítmica de negra-negra con puntillo-corchea;
4. La Giga, de movimiento vivo, en compás de 3, 6, 9 o 12 octavos. A veces también se presenta en compás de 4/4 con subdivisiones en tresillos;
5. El Doble, que no es más que la repetición ornamentada del movimiento precedente;
6. La Gavota, de movimiento moderado, generalmente en compás de 4 tiempos, con anacruza de blanca (dos negras) y en algunas pocas ocasiones con una sola negra. Si el compás es alla breve, la fracción mínima de valor es una corchea, y si el compás es de 4/4, será de una semicorchea. Los motivos generalmente se acentúan en el primer tiempo del compás;
7. La Musette, de carácter pastoral, tiene la misma forma que la Gavota, solo que escrita toda o en parte sobre una o dos notas tenutas a modo de “pedal” imitando la cornamusa. A menudo se alternaba con la Gavota formando el nexo Gavota-Musette-Gavota;
8. El Minueto, de movimiento moderado, tendiendo un poco a lo lento, con compás de 3 tiempos. Al Minueto I, le sigue un Minueto II posteriormente denominado Trío;
9. El Paspié, es un minueto de movimiento más movido;
10. La Loure, es de movimiento moderado en compás de 3 o 6 tiempos, tiene el ritmo característico de corchea-negra/negra con puntillo (sin acentuar) y su forma musical es la misma que la Allemanda;
11. La Bourré, es de movimiento vivo, en compás de 4 tiempos con anacruza de una negra, caracterizada por si ritmo a menudo sincopado (negra/negra-blanca-negra/ negra-blanca-negra) con la misma forma que la Gavota (con la cual a menudo se confunde). La Bourrée es un movimiento de danza barroco animado, fluido, en compás binario y forma binaria. Generalmente tiene frases de cuatro compases, una anacrusa de negra, figuras dactílicas en negras y corcheas, y síncopas de negras y blancas (especialmente en los compases segundo o cuarto de cada frase).

Al igual que un Rigaudon (que veremos en esta sección de Enciclopedia de Música Clásica en clasica2), la Bourrée es moderadamente rápida, más que una Gavotte. (Que también estudiaremos en estas páginas)

La Bourrée se bailaba frecuentemente en la corte de Luis XIV y en las óperas de Lully. A lo largo del Barroco pasó a ser una forma instrumental independiente (Michael Praetorius, Johann Caspar Ferdinand Fischer, Johann Krieger, Georg Muffat, Bach), conservando los rítmos sencillos, el fraseo y la textura homofónica de la música de danza.

Las Bourrées suelen agruparse por parejas para tocarse “alternativement” (Indicación utilizada en el siglo XVIII para tocar dos movimientos como una pareja en alternacia, es decir, repitiendo el primero de los movimientos después de tocar el segundo) y suelen encontrarse entre los movimientos que van después de la Zarabanda en las suites a solo.

12. La Polonesa, de movimiento moderado casi marcial y muy solemne, con compás de 3/4 a menudo con el motivo rítmico de corchea-2 semicorcheas- corchea-corchea-corchea-corchea muy acentuado para finalizar en 4 semicorcheas-negra-corchea-silencio de corchea y tiene la misma forma musical que la Zarabanda;
13. El Aria, de carácter netamente cantable, de movimiento lento, de compás binario o ternario que admite todo tipo de ornamentaciones en algunas veces sobrecargado;
14. La Siciliana, de movimiento más bien lento, en compás de 6 y 12 octavos, de carácter pastoral algo melancólico, generalmente diseñada sobre el motivo rítmico de corchea con puntillo-semicorchea-corchea;
15. La Pavana, de movimiento lento y carácter grave, en compás binario;
16. La Furlana, de movimiento vivaz, carácter rústico en compás de 6 tiempos con la misma forma musical de la Corranda;
17. La Veneciana, con carácter mismo de la Barcarola casi Andante en ritmo ternario como “meciendo”;

18. La Passacaglia y La Chacona, tan similares con la diferencia de que la Chacona es mucho más ornamentada, en movimiento grave y compás de 3/4, período que sirve para un “tema con variaciones” por lo general sobre un bajo ostinato y que se utilizaba comúnmente como final de la Suite o la Sonata.

ANALISIS COMPOSITIVO DE TRES MOVIMIENTOS DE LA OBRA “CARNAVAL DE LOS ANIMALES”


El carnaval de  los animales es una suite descriptiva de 14 movimientos concebida por compositor francés Saint-Saëns en 1886 después de un reto entre amigos que tenía como fin explorar la creatividad de Saëns al retratar musicalmente diversas clases de animales. Además de  publicarla en privado no permitía que ningún director la agregara a su repertorio debido al despliegue de virtuosísmo compositivo con el cual concibe el particular sentido humorístico de cada pieza, característica que amenazaba su reputación de compositor erudito en el imaginario del público en general, por esta razón en el mismo año publica la célebre sinfonía no. 3 en Do menor para piano, órgano y orquesta con el  carácter virtuoso y profundo que siempre evidenció en cada una de sus obras.
La mayoría de las piezas de esta obra contienen un minimalismo tonal lírico que la convierte en una obra que llega a todo tipo de público, desde los niños hasta adultos melómanos encuentran el mismo deleite en la audición de la obra y el mismo nivel de recordación.  Otro aspecto importante en esta obra es que cada una de las piezas  diversos mensajes jocosos implícitos.   La diversidad de estos mensajes refuerzan el  carácter jocoso de la obra, por ejemplo en la pieza “Los fósiles” además de recrear musicalmente fósiles de dinosaurios tanto pequeños como grandes que además bailan entre ellos también inculye 2 melodías populares francesas  consideradas por el autor como arcaicas y que irónicamente se entonaban de manera incansable en toda clase de escenario.

A continuación analizaré 3 movimientos:

Los pianistas
En esta pieza el autor le juega una broma a los pianistas aprendices que pasan horas tocando escalas sin mejorar su técnica y se permiten  errores en sencillos ejercicios de escalas y notas dobles a quienes retrata precisamente con tales ejercicios esta vez no con una indicación en la partitura sino que pide textualmente a los pianistas que actúen los errores de tales aprendices de la manera más patética. Además de la teatralidad que converte la pieza en una de las mas cómicas de la obra, el autor le dá un toque personal al incluir las cuerdas para enriquecer la sonoridad de la pieza.  La evidencia de la ausencia de búsqueda de sonido en tales aprendices también es evidenciada en cada acorde final con un forte descontextualizado de las cuerdas. Finalmente los acordes finales forman una cadencia que terminan el en primer tiempo de la siguiente pieza.    

Los Fósiles
Aunque no es la pieza más jocosa de toda la obra esta pieza combina una atmosfera burlesca en la parte A que hace referencia a la indicación del compositor Allegro ridícolo junto a una atmósfera un poco lirica  en la parte B y parte C. Debido a que  la parte A se repite se debe catalogar esta pieza como un rondó en compás partido (2/2) con la siguiente estructura:     A B A C A
En el primer tiempo del primer compás el compositor establece un pivote entre el acorde final de la pieza “Los pianistas” donde los pianos tienen una negra en re mayor, dominante que resuelve en la negra que tocan las cuerdas en una apoyayura múltiple (3 semicorcreas) que se dirigen hacia sol conviéndose al mismo tiempo en un preludio fugaz,  generando así una sensación de sorpresa antes de comenzar Fosiles evidenciando así un contraste mayor en términos de timbre y tempo con relación a la pieza anterior.
En la parte A el compositor recrea el traqueteo de los huesos fósiles mediante el xilófono que tiene la melodía principal, instrumento que también utiliza en su reconocida Danza macabra con un motivo similar pero en el contexto de un compás ternario el cual varía con más dinamismo que en Fósiles donde repite el motivo que consta de un antecompás de cuatro corcheas que termina en una negra acentuada en el primer tiempo de cada compás.
Otro elemento característico es que en la primera parte aparece el xilófono con regristros agudos lo cual dá sensación de que pertenecen a fósiles de dinosaurios pequeños, pero seguidamente imita el mismo motivo el piano y todas las cuerdas las cuales se suman al final dándo la sensación que junto a ellos se encuentran fósiles de dinosaurios colosales.
En las partes B y C se encuentran fragmentos de dos melodías francesas populares muy antiguas a las cuales dedica una parodia: “Ah! vous dirai-je maman”  (Ah, le diré a mamá) en la parte B, conocida también como estrellita,  mientras que en la C varía la melodía de “Una voce poco fa” de la ópera El barbaro de Sevilla de Rossini  dando la sensación que los fósiles realizan una danza tradicional en estas dos partes.


El cisne
Seguidamente viene “El  cisne” al cual retrata con una melodía cantábile con carácter andantino en un compás de 6/4 interpretada por un violonchelo con notas mayormente largas que simbolizan la elegancia y sobriedad de un cisne sobre un lago. Las semicorcheas y corcheas que tienen el piano 1 tienen la tarea de evocar un lago apacible con un telón isorrítmico mientras que el piano 2  tiene un arpegiatto mezzopiano en la mitad de cada compás y luego también al inicio que dan la sensación de los impulsos rítmicos con los cuales se desplaza el cisne.  Esta pieza oxigena la obra ya que casi todas las piezas anteriores tienen tempos medios y altos aumentando la expectativa del espectador ante el final que retrata todos los animales tratados anteriormente. 

miércoles, 6 de mayo de 2015

JESÚS ALBERTO REY, UN INSIGNE PIANISTA COLOMBIANO



El nacionalismo es una corriente estilística que toma por objeto de la representación artística elementos que identifican determinada comunidad. Esta idea nace a partir de la necesidad de llevar elementos folklóricos al lenguaje musical académico, propios de la pasión por establecer lazos de hermandad entre las personas que tienen en común un territorio y por consiguiente una ideología heredada históricamente.

Colombia, como todos los países, tiene una identidad musical propia que la distingue de otras culturas. Buscando esta identidad cultural, músicos como Manuel María Párraga llevaron por primera vez los “Aires neogranadinos” a ser parte del acervo musical académico durante la primera mitad del s. XIX.  
La tradición de pequeñas obras para piano de corte nacionalista, fue una tendencia que empezó desde finales del s. XIX y comienzos del XX, con compositores que habían entrado en contacto con la cultura europea y con la tradición romántica de la pieza de salón para piano. Si bien en Europa ya había terminado el romanticismo y se componían ya obras impresionistas, expresionistas, dodecafonistas, etc., en Colombia, compositores como Manuel María Párraga, Luis A. Calvo, Adolfo Mejía, Antonio María Valencia y Guillermo Uribe Holguín eran reconocidos por también por sus piezas nacionalistas, en la mitad del horizonte delimitado por la música folclórica y la música virtuosa de salón. Es esta corriente el antecedente directo de compositores postmodernos, como Jesús A. Rey, quienes además hacen uso de lenguajes como el jazz y la música atonal.

3.4.1 Jesús Alberto Rey Mariño (Pamplona, 1956 – Bucaramanga, 2009). Jesús Alberto Rey, nace en una familia de músicos comprometida con una labor social en ciertas regiones del territorio norte-santandereano. Desde muy temprana edad tuvo una formación académica impartida por su padre, Carlos Julio Rey músico bohemio, docente y director orquestal.

Fue la labor docente que impartió en la Banda del Batallón de Pamplona, la que definitivamente logra formar en el arte que en pocos años hará de él una persona influyente en la sociedad. Alberto Rey nunca dejó apagar esa llama que le hacía expresar sus sentimientos con elementos propios de su cultura, elementos con los cuales se identificaba y le convertían en una utopía que por largos momentos recreaban las conciencias errantes.


Este mismo fervor fue el que lo inspiró a hacer de la educación musical un rito purificador de pequeñas y grandes conciencias, a las cuales enseñó a sentir cada enseñanza con las fibras más íntimas de la conciencia. Esta también fue la razón por la cual realizó una de las recopilaciones de música popular de mayor calidad artística y pedagógica en la historia de Colombia, la obra “De negros y blancas en blancas y negras”.

EL PIANO ORQUESTAL



El piano es uno de los pocos instrumentos que tienen la ventaja de representar, en una puesta en escena individual, una amplia gama de sonoridades similar al registro que una orquesta puede proyectar. Cada instrumento tiene una función clara en la orquesta; por ejemplo, una viola normalmente no puede sobrepasar la sonoridad de un violín, ya que el rol de la primera es resaltar precisamente la melodía principal a través del acompañamiento, mientras que el segundo la mayoría de las veces se desempeña como el instrumento que realiza la melodía principal[1].

Cada instrumento musical tiene una tesitura característica y un timbre especial que le otorga una función concreta, ya sea la de acompañar homofónicamente, la de realizar una melodía principal, o ser parte de determinado bloque armónico. Así mismo, cada parte de la obra, concretamente, cada una de las líneas melódicas y armónicas que hacen parte de ella, confieren al menos una de estas dos funciones a determinados registros del piano.

Es este aspecto el que hace que un pianista deba buscar la sonoridad de cada una de las líneas melódicas y armónicas de cada obra con un justo equilibrio, de la misma manera que un conjunto vocal u orquestal debe buscar la sonoridad que caracteriza a cada bloque instrumental con el fin de lograr una mayor claridad.  En toda obra que se interprete en el piano este concepto de pensamiento orquestal es básico para lograr buenos resultados interpretativos.

Debido a estas complejas texturas presentes en la escritura pianística, muchas obras originales para piano han sido orquestadas, adquiriendo incluso mayor fama en su nueva versión orquestal. Este no fue solo el caso de esta obra, también los Etudes-Tableaux de Rachmaninov orquestados por Respighi; las Variaciones de Brahms sobre un tema de Haydn orquestadas por el mismo compositor; Petrushka de Prokofiev, los últimos tres Estudios Sinfónicos de Schumann orquestados por Tchaikovsky, entre muchas otras obras.




[1] Dart, T. La interpretación de la música. Madrid: Mínimo tránsito. 2002. P.63-67.

EL LIRISMO DE LA MÚSICA EN EL PERIODO ROMANTICO



Mientras que en el barroco existió una inclinación hacia la exaltación del  sentimiento a partir de estructuras muy elaboradas, el ideal del romanticismo fue ilustrar el triunfo de la pasión sobre la razón a partir de estructuras más grandes donde prima la textura homofónica y las nuevas armonizaciones. El último de los grandes exponentes del periodo clásico serìa Beethoven, después de que hubiese logrado lo que ninguno de sus predecesores alcanzó tanto por el número y la gran extensión de sus obras, como por su manera de redefinir las formas y estilos musicales. Su legado se convirtió en el ideal de hombre libre, al plasmar en todas sus obras su carácter y pasión, siempre con una reflexión hacia las tradiciones y costumbres de la época.

Al final de la revolución francesa, las ideas revolucionarias que propugnaban igualdad, libertad y fraternidad frente a los abusos de autoridad del antiguo régimen tuvieron un éxito parcial como movimiento libertista, al ser ecplisadas por el despotismo ilustrado de la creciente burguesía que tomaba el poder. Los ideales deberían ser completamente renovados para avanzar hacia a un verdadero modelo de gobierno liberal. Por otro lado, la revolución industrial hace que se incrementen los avances tecnológicos los cuales configuraron el estilo de vida del hombre moderno.

Mientras se daba este giro político, los compositores no dejaron de proyectar sus experiencias musicales en formas como la sonata y el rondó. La diferencia radica en la nueva expresividad configurada por recursos armónicos y rítmicos novedosos. Estas nuevas fronteras en la lingüística musical se deben al movimiento virtuosístico que el estilo póstumo de Beethoven inspiró, sustentado magistralmente años más tarde por prodigios como el violinista italiano Niccoló Paganini y el pianista húngaro Franz Liszt. Finalmente, el horizonte eclipsado por el silencio fue intervenido para desmitificar la ausencia de genialidad cuando los oídos del mundo escucharon músicas totalmente revolucionarias en los violines de Paganini y en el pianismo único de Franz Liszt[1].

El romanticismo es un movimiento intelectual que tuvo su soporte filosófico en la filosofía cartesiana de Hegel, quien en sus Ensayos sobre estética (publicado con carácter póstmo en 1835) consideraba a las artes como la personificación de una entidad primordial (a la cual llamó Geist) que encerraba en sí misma la mente de los hombres y al mismo universo. También le dio un lugar importante a la música ya que la música, más que expresar sentimientos y emociones, se encarga de  elevar el alma hasta reconocerse a sí misma como entidad autoreguladora. 

Por la misma época, el filósofo Arthur Schopenhauer enseñaba su teoría fundamental en la cual existen varios niveles de “realidad“. Los objetos tal y como los vemos, oímos y sentimos alrededor de nosotros son meros fenómenos –datos de percepción sensitiva- y por tanto incapaces de informarnos sobre la verdadera naturaleza de las cosas. En el otro extremo, y como entidad más real en el universo, Schopenhauer apunta a una fuerza elemental, ciega y poderosa que él llama Voluntad, la cual se encuentra representada en diferentes grados de imperfección en el cosmos, idea que tiene varios puntos de encuentro con el platonismo clásico, siendo la música; como objeto inteligible, lenguaje particular y naturaleza escencial del cosmos; una representación de uno de los niveles más altos del ente racionalizador, al cual llamó Voluntad[2].

Todas estas ideas ayudaron a reivindicar el papel funcional de la música en la sociedad en especial el papel del intérprete como mediador de realidades universales, así como la eclosión posterior de varios estilos artísticos como el cubismo, el impresionismo, el expresionismo, minimalismo, futurismo, etc. Durante este período, el piano desempeñó una función relevante, fue la época de la música de salón, del virtuosismo instrumental, del desarrollo técnico, de las piezas cortas y de los ciclos musicales como principales géneros musicales.

El adjetivo del título de la presente faceta de la literatura pianística hace referencia al concepto del lirismo como herramienta verbal propia de la poesía y la literatura, este exige al compositor expresar sentimientos profundos hilvanados en el amor, la fe y  la esperanza. En música, el lirismo se traduce de la misma manera, solo que para identificarlo se tienen en cuenta aspectos como la variación melódica, las sonoridades armónicas y las dinámicas de expresión. El poder de la expresión lírica depurada por Franz Schubert la había comprendido muy bien otro gigante de la música, Felix Mendelssohn.




[1] Burkholder, P. Historia de la música occidental. Madrid: Alianza editorial. 2008. p. 666-669.
[2] Fubini, E.  La estética musical desde la antigüedad hasta el siglo XX. Madrid: Alianza Música. 2005. pp.281-296.

LA POLIFONÍA BARROCA: GÉNESIS DE LA PRIMERA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA INSTRUMENTAL



La melodía es la esencia de la música, en ella se condensan conceptos rítmicos y estéticos que le otorgan relevancia. La melodía es la idea musical que más facilmente recordamos después de escuchar algún fragmento

musical. Esta idea la exteriorizamos simplemente al tararear, silbar o cantar. Al estar acompañada de un texto, se convierte en una puerta con la cual el alma se conecta con la armonía del universo. Este hecho le otorga un lugar importante en los ritos litúrgicos que han existido a través de los siglos.
                                                    
El concepto de polifonía en la teoría musical tiene básicamente dos significados: en su nivel más elemental supone la superposición de notas con sentido musical, es decir la emisión de varios sonidos con cierto grado de consonancia. El otro concepto es más explícito al referirse a la superposición de melodías que guardan una unidad armónica. En el sentido más amplio no se establece la frontera entre homofonía y polifonía, puesto que homofonía es la yuxtaposición de una línea melódica principal y un acompañamiento sincrónico con el único fin de resaltar la melodía. En el sentido más restringido supone una textura única hilvanada en la superposición de melodías lograda únicamente a partir de un estudio contrapuntístico profundo[1].

La polifonía, entendida como la superposición de melodías que guardan una unidad armónica, nace en siglo XI d.C. en los grandes conservatorios monásticos. De la misma manera que la gramática musical fue la solución a los problemas que representaba el modelo predominantemente nemotécnico en la enseñanza musical de la alta edad media, la polifonía fue la solución a la necesidad de añadir mayor expresividad al lenguaje musical. Antes del siglo XI se hablaba mayormente de un acompañamiento de una o dos voces que cantaban en intervalos de octava y quintas paralelas. Debido a su naturaleza polifónica, los instrumentos de teclado que precedieron al piano como el clave, clavicordio, el órgano, el salterio, y otros como el laúd, también fueron cruciales en el momento del estudio de la polifonía por parte de los teóricos monásticos y profanos de la época[2].

Aunque la polifonía de la edad media se encontraba desprovista de los elementos que hoy hacen de la música un arte expresivo en extremo, fue la polifonía religiosa de la época la que inspiró los primeros tratados musicales que fueron configurando paulatinamente las características propias de la armonía tonal europea. Este interés por hacer de la música un arte de mayor expresividad se acrecentó hasta dar origen al Ars Nova en el siglo XIV, un movimiento estilístico que dio origen a los primeros tratados de música tonal, los cuales configuraron aspectos teóricos, gramaticales y contrapuntísticos. Este mismo sentir de traspasar las fronteras expresivas, propias de la época, fue inspirado en las primeras ideas que retoman el pensamiento antropocentrista griego al referirse a la conciencia humana como única fuente del conocimiento. Estas nuevas ideas dieron fin al dominio del pensamiento dogmático configurador de toda la cultura medieval, configurando así el nuevo ideal del renacimiento.

Durante el Renacimiento, la cultura aristocrática definitivamente reafirmó con vehemencia los ideales de la Grecia Clásica, los cuales incluían la música y la danza en casi todas las actividades sociales importantes, con cierta preferencia hacia la música vocal, así como un profundo respeto a la naturaleza tal cual como la perciben los sentidos. Fue en esta nueva perspectiva cultural que instrumentos como el clave se convirtieron en el instrumento predilecto en los palacios de los grandes monarcas, así como en la burguesía de la época.

Así como tomó fuerza el nuevo sentir, por parte de los pintores del renacimiento, de representar la realidad tal cual como la percibe el ojo, tambièn la música renacentista tenía como objetivo representar un diálogo coherente. Esta nueva concepción musical tuvo su origen en los ideales de la Camerata Fiorentina en la Italia de finales del s. XVI. Fue una asociación de literatos, filósofos y músicos que vieron la necesidad de delimitar los efectos de la poesía y la música cuando actuaban de manera conjunta en la ópera*. Precísamente se inspiraron en los relatos de los antiguos filósofos griegos en los cuales mencionaban la importancia de que la música estuviera ligada a la retórica[3].

El resultado de este estudio interdisciplinario fue una profunda renovación del ideal que concebía la música como subordinada de la poesía al reunir las dos artes en un mutuo acuerdo, en el cual la música debía guardar cierta semejanza con los tonos del habla humana. Estos se evidencian cuando quien habla está bajo la influencia de una emoción en concreto. Fue así como se originó el nuevo género musical de la época: el melodrama.

En esa época también surgió una admiración profunda hacia el improvisador. El laúd, instrumento predilecto del renacimiento, siempre se encargó de adornar las canciones con su singular timbre suave y penetrante. Sobre esta idea de ornamentación se fundamentó toda una amplia técnica del tratamiento de disonancias, como queda plasmado en tratados como The school of musicke, escrito por el famoso laudista Thomas Robinson en 1603[4].

El desarrollo musical siguió su curso en la búsqueda de nuevas experiencias estéticas, que siguieron una misma línea de pensamiento hasta llegar al barroco, cuando las preferencias estilísticas fueron ampliadas y fundamentaron toda una teoría para su correcta utilización haciendo uso de un elevado sentido musical. Lo que querían demostrar los artistas del barroco con esta tendencia era el grado de cohesión y lucidez de la filosofía de la Grecia clásica, la cual la representaban con un extenso uso ornamentístico, así como con la teatralidad[5]. El barroco tendría su cúspide estilística en la música de Johann Sebastian Bach.

3.1.1 Johann Sebastian Bach (Eisenach, Turingia, 1685 - Leipzig, 1750). El autor de la primera pieza del recital didáctico es el alemán Johann Sebastian Bach, uno de los compositores e intérpretes mas representativos del barroco. Sus primeras composiciones, así como muchos datos históricos, dan fe de que durante su infancia y su juventud tuvo siempre una inclinación hacia la música para órgano. Bach fue el digno representante de todo un legado predominantemente organístico y vocal heredado desde varias generaciones atrás, sin contar el legado profundamente religioso que siempre plasmó en su música y en cada una de sus relaciones sociales[6].

Después de invertir varios años en su proceso de composición, a sus 45 años de edad culmina una de las obras cumbres de la literatura para instrumentos de teclado, la cual tituló “El clave bien temperado”.  Esta obra contiene dos libros con 24 preludios y 24 fugas.

Uno de los objetivos que Bach alcanzó con esta obra fue el de componer una obra en la cual los estudiantes avanzados de clavicordio, fueran incrementando sistemáticamente sus habilidades interprtativas en el instrumento. Esto lo logró debido que cada preludio tiene un carácter de estudio. El significado del término estudio en el argot musical denota una composición destinada a mejorar la técnica de un intérprete instrumental mediante el aislamiento de dificultades especiales y la concentración de sus esfuerzos en superarlas[7].

Además, su título hace referencia a una invitación que Bach hace a los compositores y músicos de su época para que definitivamente utilicen el temperamento igual*, con la plena confianza de que los afectos o sentimientos que por siglos se han despertado a partir del temperamento mesotónico queden intactos en cada una de las 24 tonalidades.

Toda la música hasta mediados del siglo XVIII, así como la gran mayoría de los instrumentos de teclado estaban afinados en el sistema mesotónico basado en una teoría propuesta por Pitágoras, según la cual las sonoridades de varios acordes eran muy agradables al oído gracias a ciertas alteraciones conocidas como comas pitagóricas. Esta sensación agradable se “perdía” cuando los músicos afinaban sus instrumentos en el sistema temperado. Lo que pasaba con esta afinación mesotónica era que, aunque poseía unas tonalidades centrales con ciertos acordes más agradables al oído, más de la mitad de las tonalidades mayores y menores que existen suenan muy desafinadas.

Este nuevo temperamento ya había sido propuesto por teóricos como Pietro Aron (1480-1550) en el año 1510 sin lograr ninguna aceptación por parte de sus contemporáneos[8]. Fue precísamente J. S. Bach quien definitivamente rompió con el paradigma del uso exclusivo de las tonalidades “centrales” del sistema mesotónico en una pieza musical, objetivo que logró magistralmente con “El clave bien temperado”.

En esta obra, cada preludio y fuga se consideran una sola pieza compuesta de dos movimientos contrastantes en una de las 24 tonalidades. El preludio es una forma muy libre, donde el intérprete hace gala de sus dotes virtuosísticas en la interpretación de arpegios, escalas y adornos de diversa índole, siendo ésta una de las formas musicales que tradicionalmente se interpretaban como preámbulo o intermedio de una obra teatral u orquestal. La fuga es una forma más restringida, consistente en un diálogo contrapuntístico entre mínimo dos voces, siguiendo una serie de reglas compositivas.

El conjunto de Preludio y Fuga conforma una analogía con el arte dramático de la Grecia clásica al representar el drama característico de las famosas tragedias griegas, en las cuales se muestra al público la inminente adversidad que suponen las limitaciones de la condición humana. Era la costumbre en esta civilización iniciar una obra teatral con una canción u obra instrumental; a esta canción se le llamaba preludio. Los compositores del renacimiento recrearon este preludio griego con una forma libre desprovista de indicador y barras de compás en muchos casos[9].

El papel que desempeña la fuga en la analogía con la tragedia griega es el de reemplazar el discurso de la obra teatral en sí. El término “Fuga” fue utilizado por los compositores del renacimiento para resaltar su principal característica:  el movimiento constante de una frase específica interpretada por cada una de las voces que hacen parte de la obra. Esta forma musical ha sido empleada para diversos formatos que van desde la gran orquesta sinfónica, hasta duetos vocales. Los compositores que la recrean en base a los recursos de los que dispone un buen teclista prefieren la participación de dos a cuatro voces. El discurso contrapuntístico que ofrece esta forma musical tiene el objeto de ilustrar diversas escenas en las cuales cada una de ellas toma cierto protagonismo. 




[1] Randel, D. M. Diccionario Harvard de música. Madrid: Alianza editorial. 1997. p. 812.
[2] Burkholder, P. Historia de la música occidental. Madrid: Alianza editorial. 2008. p. 193.
*No será inoportuno recordar que numerosas culturas extraeuropeas conservan una música instrumental (incluída la de nuestros ancestros sudamericanos) que presenta una conexión con la lengua hablada aún más estricta que la nuestra. En muchas regiones de África Occidental, la música instrumental posee una serie de “modelos” o “patrones” ritmico-melódicos directamente conectados con la sonoridad de su idioma, del cual reproducen fielmente las cadencias, los ritmos y las alturas. Dado que la pronunciación de cada palabra está caracterizada por una sonoridad peculiar, que la hace inconfundible, escuchar la música producida por un instrumento permite “leer” dentro de ella un texto –nunca casual, sino siempre coherente con el significado de la obra- que constituye la verdadera “columna vertebral de la ejecución.
[3] Chiantore, L. Historia de la técnica pianística. Madrid: Alianza Editorial. 2001 p. 95-96.
[4] Randel, D. M. (1997). Diccionario Harvard de música. Madrid: Alianza editorial. P. 759.
[5] Burkholder, P. Historia de la música occidental. Madrid: Alianza editorial. 2008. P. 345.
[6] Forkel, J.  Juan Sebastian Bach. En J. Forkel, Juan Sebastian Bach (págs. 33-37). México: fondo de cultura económica. 1998. pp.33-40.
[7] Burkholder, P. Historia de la música occidental. Madrid: Alianza editorial. 2008. P. 514 .
*En el idioma español la palabra “temperamento” indica un sistema de igual valor para cada una de las partes en las que éste se divide. El adjetivo “igual” sería una redundancia, aunque precisamente se utiliza este adjetivo para diferenciarlo del temperamento “mesotónico”, el cual aparenta ser temperado.
[8] Grabner, H.  Teoría general de la música. Madrid: Akal. 2001. P. 417.
[9] Burkholder, P. Historia de la música occidental. Madrid: Alianza editorial. 2008. p. 346 y 363.

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL PIANO


El instrumento que da origen a la línea evolutiva del piano es la cítara, que aparece durante la edad de bronce (año 3000 a.C.)[1]. Al igual que en el piano, la cítara sigue el mismo principio acústico en el cual el sonido es propagado a partir de la caja de resonancia sobre la cual se encuentran tendidas todas las cuerdas, sin necesidad de modificar su altura a partir de un mástil como el laúd antiguo. Se diferencia del arpa y la lira, ya que éstos tienen su caja de resonancia a un extremo de las cuerdas. Hasta la edad media surgieron cientos de instrumentos similares a la cítara. Un ejemplo de ellos es el salterio, un instrumento portátil clave en la tradición judía.
                                                                                     
Durante la edad media, las escuelas monásticas incluían en sus oficios litúrgicos varios instrumentos cordónofos, como el salterio pinzado mediante púas y el dulcemel percutido, a los cuales le fueron añadiendo mecanismos con teclado originándose así la primera simiente directa del piano: el dulcemel, el virginal, la espineta, el clavicordio y el clave. Los dos últimos tienen su aparición en el año 1360 y 1440 respectivamente[2]. El sonido del clavicordio se produce por una percusión tangencial de las cuerdas provocado por púas de metal, mientras que en el clave la cuerda es accionada por un movimiento pinzado (transversal) provocado por una púa de pluma de ganso, de cuervo o cóndor, llamada plectro. Es por esto que el clavicordio es considerado el predecesor directo del piano.

El lutier de violines y clavicordios veneciano Bartolomeo Cristofori (1655-1732) fue llamado a la corte del Duque de Toscana (Italia), Fernando II de Médici, quien le ofrece el cargo de lutier oficial de la corte, a cargo de operaciones de mantenimiento, fabricación e invención de instrumentos de cuerda y teclado. Bajo este mecenazgo, Cristofori diseña en 1690 un novedoso instrumento con un mecanismo de escape, empleando martillos recubiertos de cuero y cuerdas hechas de vísceras de animal (como todos los instrumentos de cuerda de la época), llamando a este nuevo instrumento “gravicembalo col piano e forte”, que traduce “clave con suave y fuerte”. Este ingenioso mecanismo permitía que los martillos percutieran perpendicularmente las cuerdas con una intensidad relativa a aquella con que se pulsaba la tecla, además de permitirle al intérprete una duración de sonido a su gusto. Años más tarde su nombre sería reemplazado por el de “fortepiano”.  

Los músicos de la primera mitad del siglo XVIII realmente anhelaban el perfeccionamiento del fortepiano, ya que era el instrumento más apropiado para  conquistar nuevas fronteras estilísticas. Un compositor que da fe de esta expectativa por partes de los grandes compositores e instrumentistas de la época es Francois Couperin en un comentario que hizo en 1713:

“El clave es perfecto en relación con su registro y brillante por sí mismo, pero como no pueden graduarse ni disminuirse sus sonidos, le estaré eternamente agradecido a aquellos que con infinitas penalidades y guiados por el gusto tengan éxito a la hora de conseguir que este instrumento cuente con capacidades expresivas”[3].

En ese mismo año instrumentistas como Pantaleon Hebenstreit (1669-1750) eran populares en toda Europa con interpretaciones virtuosísticas en un sofisticado refinamiento del dulcemel percutido comentado líneas más arriba. Este dulcemel (del año 1700 aprox; era percutido por macillos) carecía de apagadores para articular los finales de nota, era un instrumento dinámicamente expresivo de tal popularidad que reconocidos luthiers como Gottfried Silbermann (1683-1753) fabricaron y vendieron cientos de dulcemeles.

Durante los siguientes cuarenta años aparecieron numerosos instrumentos experimentales inspirados en el fortepiano, todos ellos con una deficiencia notable en la calidad del sonido, que radicaba en la ausencia de un mecanismo que permitiera que el macillo se alejara rápidamente sin bloquear ni alterar la vibración de las cuerdas. Por esta razón, ninguno de estos instrumentos era digno para proyectar el lenguaje musical en su máxima expresión.

En 1730 el luthier Gottfried Silberman fabrica el primer fortepiano en Alemania con el mismo mecanismo de Cristofori, al cual califica J. S. Bach como “un teclado pesado, poco fiable y de registro agudo muy opaco”. Es a partir de esta fecha cuando se da inicio a una verdadera evolución del instrumento, donde cientos de sus piezas y mecanismos son perfeccionados. No obstante, las primeras composiciones inspiradas en las cualidades particulares del fortepiano fueron concebidas por Ludovico Giustini en 1732 cuando publica sus 12 sonatas para piano, las cuales no tuvieron gran acogida por el público debido a su extrema sencillez y falta de coherencia en la unidad motívica en varias secciones.

La primera vez que las cualidades expresivas del fortepiano verdaderamente cautivaron a la humanidad fue en Inglaterra en 1768, año en el cual Johann Christian Bach ofrece el primer concierto monumental en este instrumento, mientras que su hermano Carl Philipp Emmanuel Bach será el primer compositor de renombre para este instrumento, al cautivar tanto al público como a la crítica por sus novedosas sonatas y por su técnica virtuosa en cada una de sus improvisaciones.

Algunos de los avances que definitivamente dieron origen al piano actual fueron los siguientes: la inclusión del pedal “fuerte” en 1783 por la firma Broadwood, el perfeccionamiento del mecanismo de pulsación de la tecla gracias al novedoso mecanismo de doble escape propuesto por el francés Sebastian Erard en 1823, y la construcción del bastidor en hierro fundido para sostener las cuerdas gracias la firma Steinway en 1859, que también supuso un enorme avance en la calidad tímbrica del instrumento[4].  



[1] Randel, D. M. Diccionario Harvard de música. Madrid: Alianza editorial. 1997. p 250.
[2] Tranchefort, F.R. Los instrumentos musicales en el mundo. Madrid: Alianza editorial. 1996. p. 196.
[3] Randel, D. M. Diccionario Harvard de música. Madrid: Alianza editorial. 1997. p. 797.
[4] Siepmann, J. El piano: su historia, su evolución, su valor musical y los grandes compositores e intérpretes. Barcelona: Robinbook. P. 21.