En esta sección encontrarán los artículos que se analizarán y publicarán en este blog.
Origen y evolución del piano
El instrumento que da origen a la línea evolutiva del piano es la cítara, que aparece durante la edad de bronce (año 3000 a.C.). Al igual que en el piano, la cítara sigue el mismo principio acústico en el cual el sonido es propagado a partir de la caja de resonancia sobre la cual se encuentran tendidas todas las cuerdas, sin necesidad de modificar su altura a partir de un mástil como el laúd antiguo. Se diferencia del arpa y la lira, ya que éstos tienen su caja de resonancia a un extremo de las cuerdas. Hasta la edad media surgieron cientos de instrumentos similares a la cítara. Un ejemplo de ellos es el salterio, un instrumento portátil clave en la tradición judía.
Durante la edad media, las escuelas monásticas incluían en sus oficios litúrgicos varios instrumentos cordónofos, como el salterio pinzado mediante púas y el dulcemel percutido, a los cuales le fueron añadiendo mecanismos con teclado originándose así la primera simiente directa del piano: el dulcemel, el virginal, la espineta, el clavicordio y el clave. Los dos últimos tienen su aparición en el año 1360 y 1440 respectivamente. El sonido del clavicordio se produce por una percusión tangencial de las cuerdas provocado por púas de metal, mientras que en el clave la cuerda es accionada por un movimiento pinzado (transversal) provocado por una púa de pluma de ganso, de cuervo o cóndor, llamada plectro. Es por esto que el clavicordio es considerado el predecesor directo del piano.
El lutier de violines y clavicordios veneciano Bartolomeo Cristofori (1655-1732) fue llamado a la corte del Duque de Toscana (Italia), Fernando II de Médici, quien le ofrece el cargo de lutier oficial de la corte, a cargo de operaciones de mantenimiento, fabricación e invención de instrumentos de cuerda y teclado. Bajo este mecenazgo, Cristofori diseña en 1690 un novedoso instrumento con un mecanismo de escape, empleando martillos recubiertos de cuero y cuerdas hechas de vísceras de animal (como todos los instrumentos de cuerda de la época), llamando a este nuevo instrumento “gravicembalo col piano e forte”, que traduce “clave con suave y fuerte”. Este ingenioso mecanismo permitía que los martillos percutieran perpendicularmente las cuerdas con una intensidad relativa a aquella con que se pulsaba la tecla, además de permitirle al intérprete una duración de sonido a su gusto. Años más tarde su nombre sería reemplazado por el de “fortepiano”.
Los músicos de la primera mitad del siglo XVIII realmente anhelaban el perfeccionamiento del fortepiano, ya que era el instrumento más apropiado para conquistar nuevas fronteras estilísticas. Un compositor que da fe de esta expectativa por partes de los grandes compositores e instrumentistas de la época es Francois Couperin en un comentario que hizo en 1713:
“El clave es perfecto en relación con su registro y brillante por sí mismo, pero como no pueden graduarse ni disminuirse sus sonidos, le estaré eternamente agradecido a aquellos que con infinitas penalidades y guiados por el gusto tengan éxito a la hora de conseguir que este instrumento cuente con capacidades expresivas”.
En ese mismo año instrumentistas como Pantaleon Hebenstreit (1669-1750) eran populares en toda Europa con interpretaciones virtuosísticas en un sofisticado refinamiento del dulcemel percutido comentado líneas más arriba. Este dulcemel (del año 1700 aprox; era percutido por macillos) carecía de apagadores para articular los finales de nota, era un instrumento dinámicamente expresivo de tal popularidad que reconocidos luthiers como Gottfried Silbermann (1683-1753) fabricaron y vendieron cientos de dulcemeles.
Durante los siguientes cuarenta años aparecieron numerosos instrumentos experimentales inspirados en el fortepiano, todos ellos con una deficiencia notable en la calidad del sonido, que radicaba en la ausencia de un mecanismo que permitiera que el macillo se alejara rápidamente sin bloquear ni alterar la vibración de las cuerdas. Por esta razón, ninguno de estos instrumentos era digno para proyectar el lenguaje musical en su máxima expresión.
En 1730 el luthier Gottfried Silberman fabrica el primer fortepiano en Alemania con el mismo mecanismo de Cristofori, al cual califica J. S. Bach como “un teclado pesado, poco fiable y de registro agudo muy opaco”. Es a partir de esta fecha cuando se da inicio a una verdadera evolución del instrumento, donde cientos de sus piezas y mecanismos son perfeccionados. No obstante, las primeras composiciones inspiradas en las cualidades particulares del fortepiano fueron concebidas por Ludovico Giustini en 1732 cuando publica sus 12 sonatas para piano, las cuales no tuvieron gran acogida por el público debido a su extrema sencillez y falta de coherencia en la unidad motívica en varias secciones.
La primera vez que las cualidades expresivas del fortepiano verdaderamente cautivaron a la humanidad fue en Inglaterra en 1768, año en el cual Johann Christian Bach ofrece el primer concierto monumental en este instrumento, mientras que su hermano Carl Philipp Emmanuel Bach será el primer compositor de renombre para este instrumento, al cautivar tanto al público como a la crítica por sus novedosas sonatas y por su técnica virtuosa en cada una de sus improvisaciones.
Algunos de los avances que definitivamente dieron origen al piano actual fueron los siguientes: la inclusión del pedal “fuerte” en 1783 por la firma Broadwood, el perfeccionamiento del mecanismo de pulsación de la tecla gracias al novedoso mecanismo de doble escape propuesto por el francés Sebastian Erard en 1823, y la construcción del bastidor en hierro fundido para sostener las cuerdas gracias la firma Steinway en 1859, que también supuso un enorme avance en la calidad tímbrica del instrumento.